Discurso de María Torrego, Presidenta de la Fundación REDMADRE, en los entrega de Premios ‘Nunca Estarás Sola’ en Sevilla, con la colaboración de la Universidad CEU Fernando III.
Los Premios “Nunca estarás sola” nacieron con una convicción profunda: reconocer, promover y difundir una mirada humana, científica y comprometida hacia la maternidad.
Hoy, más que nunca, en un contexto social donde el valor de la vida y de la maternidad se cuestiona con tanta frecuencia, REDMADRE quiere elevar la voz de la razón, de la ciencia y del corazón.
Queremos promover la investigación, el pensamiento crítico, el estudio y la reflexión científica sobre la maternidad, sobre la vida, sobre el acompañamiento a la mujer, sobre los retos sociales, económicos, psicológicos y éticos que afrontan tantas madres en soledad.
La universidad – y especialmente el CEU, que hoy nos acoge- es el espacio natural donde deben florecer las preguntas valientes y las respuestas comprometidas.
Y por eso, estos premios no son solo un reconocimiento; son una semilla de conocimiento, una invitación a investigar, a pensar y a actuar en favor de la vida.
Vivimos tiempos complejos, marcados por una cierta confusión cultural y moral. El debate público se polariza, y muchas veces se olvida que, en el centro de toda discusión sobre la vida, sobre la maternidad, hay un ser humano. Dos, en realidad: una madre y un hijo.
Hoy, la ley reconoce – y hasta promueve- la legitimidad del aborto como un derecho, sin que exista un verdadero debate sobre lo que ello supone en términos humanos, sociales y éticos.
Y mientras se habla de libertad, de autonomía y de derechos, los más pequeños, los no nacidos, quedan desamparados, sin voz, sin defensa, sin ese derecho fundamental que precede a todos los demás: el derecho a vivir. Y las mujeres se encuentran en un desamparo institucional abocadas a tomar esta decisión drásticas ante un embarazo imprevisto.
Frente a ese panorama, REDMADRE levanta la bandera del acompañamiento y la esperanza: no juzgamos; acompañamos. No señalamos; abrazamos. No imponemos; ofrecemos alternativas reales, humanas y solidarias.
Porque detrás de cada mujer que duda, de cada madre que teme, hay una historia. Y detrás de cada historia hay una vida que merece ser acogida.
El nombre de estos premios —“Nunca estarás sola”— no es una simple declaración; es un compromiso ético y humano.
Significa que ninguna mujer, ante un embarazo inesperado o difícil, debe sentirse abandonada ni empujada a decidir desde el miedo o la desesperanza.
Significa también que la maternidad no puede ser tratada como un obstáculo, sino como una oportunidad de crecimiento personal, social y comunitario.
Y que como sociedad – como universidades, instituciones, profesionales y ciudadanos – tenemos la obligación de acompañar, proteger y valorar a quien da vida.
Por eso, estos premios no solo reconocen a quienes investigan o comunican sobre la maternidad; reconocen a quienes la defienden, la estudian, la viven y la promueven con verdad y con amor.
Esta alianza con el CEU no es casual. Ambas instituciones comparten una misma visión del ser humano, una misma raíz: la búsqueda de la verdad y el compromiso con la dignidad de la persona.
La universidad tiene una responsabilidad enorme en este tiempo: no rendirse a la cultura del relativismo ni del descarte. Debe ser un espacio donde la ciencia y la ética caminen juntas, donde la libertad de pensamiento sirva a la verdad y no a la indiferencia.
Promover la investigación sobre maternidad es mucho más que un gesto simbólico; es una apuesta por el futuro.
Porque comprender la maternidad es comprender el origen mismo de la sociedad, la raíz de la humanidad, el vínculo más profundo que une a las personas.
Y porque, en definitiva, cuidar a las madres es cuidar de todos.
Queridos premiados:
Hoy celebramos vuestro talento, vuestro compromiso y vuestra sensibilidad.
Sois ejemplo de que la ciencia, la cultura, el periodismo, la docencia o la investigación pueden y deben ponerse al servicio de la vida.
Cada trabajo, cada estudio, cada proyecto premiado hoy representa una luz en medio de una sociedad que a veces oscurece la maternidad.
Sois testimonio de que se puede hablar de vida sin miedo, de que se puede pensar la maternidad desde la ciencia y desde el corazón, de que es posible unir rigor y ternura, verdad y esperanza.
En nombre de Fundación REDMADRE, gracias por vuestro trabajo y vuestra valentía.
Gracias por mirar a la madre y al hijo con respeto y admiración, por recordar que la maternidad es fuente de sabiduría, de fortaleza y de humanidad.
Este año, los Premios Nunca estarás sola reconocen tres trabajos que, desde ámbitos diferentes, comparten una misma raíz: el amor a la verdad, el respeto a la vida y el compromiso con la mujer y la maternidad.
El primero de ellos, se adentra en un terreno complejo y profundamente humano: las heridas psicológicas y morales que puede dejar el aborto en la vida de las mujeres y de sus familias.
Con rigor, sensibilidad y una notable madurez investigadora, aborda un tema silenciado en la sociedad actual, en la que, mientras aumenta el número de abortos “voluntarios”, también crece el número de mujeres que padecen problemas de salud mental.
A través de una revisión rigurosa de la literatura científica y del testimonio humano, muestra cómo el aborto inducido puede convertirse en un acontecimiento traumático con repercusiones emocionales y espirituales, especialmente cuando se vive desde la soledad, la coacción o el conflicto interior.
Revela la existencia de culpa, tristeza, ansiedad y daño moral en muchas de las mujeres afectadas, así como el sufrimiento que también puede alcanzar a los padres y a las familias.
Con valentía intelectual, denuncia el silencio que rodea este sufrimiento, la falta de estudios rigurosos y la ausencia de acompañamiento real tras el aborto. Reivindica la urgencia de una cultura de la acogida y del cuidado, que no excluya, que no condene, sino que escuche y acompañe a la mujer antes, durante y después del embarazo.
Y concluye con una frase que resume el sentido de estos premios y el espíritu de REDMADRE: “En vez de promover ‘grita tu aborto’, deberíamos promover ‘grita auxilio’.”
Palabras que nos recuerdan que la respuesta al dolor no puede ser el abandono, sino la ayuda; no la soledad, sino el apoyo; no el silencio, sino el encuentro humano y la esperanza compartida.
Por su contribución a iluminar con verdad un tema que merece ser mirado con compasión y sin prejuicios, este trabajo nos invita a mirar el sufrimiento con ternura y a reafirmar el valor de toda vida.
El segundo trabajo nos invita a mirar la maternidad desde una luz nueva: no como un límite, sino como una oportunidad de crecimiento personal, relacional y también organizacional.
Desde una reflexión profunda y valiente, analiza el papel de la mujer en la sociedad contemporánea y cómo su evolución ha transformado la vivencia de la maternidad, la identidad femenina y la estructura social.
Aborda cómo la incorporación al mundo laboral ha traído consigo nuevas tensiones y, a veces, sentimientos de culpa. Pero también muestra que, lejos de ser un obstáculo, la maternidad puede convertirse en un espacio de plenitud y de aprendizaje compartido.
Nos recuerda que la corresponsabilidad y la complementariedad en la pareja son esenciales para lograr ese equilibrio vital, y que la mirada, la escucha y la comunidad son pilares de un acompañamiento verdaderamente humano.
Reivindica la necesidad de rehumanizar la sociedad, de tender puentes entre lo personal y lo profesional, y de redescubrir en la maternidad un camino de encuentro con uno mismo y con los demás.
Por todo ello, celebramos un trabajo que no solo analiza la realidad, sino que la transforma desde el corazón, que nos enseña que acompañar la maternidad es, en el fondo, acompañar la vida.
El tercer y último trabajo constituye una aportación pionera y profundamente necesaria: une con rigor científico dos dimensiones inseparables – los derechos humanos y la salud mental perinatal– para demostrar que no hay salud sin salud mental, y no hay salud mental sin respeto a la maternidad y a la infancia.
A través de una metodología plural y un exhaustivo análisis normativo, ético y clínico, esta investigación revisa la protección internacional de los derechos humanos en la maternidad y la primera infancia, y evalúa su cumplimiento real en España.
Pone de manifiesto las carencias del sistema sanitario en la atención integral a la salud mental materna e infantil, así como la persistencia de prácticas contrarias a la evidencia científica y a los estándares de derechos humanos.
Ilumina los cinco momentos clave del ciclo perinatal —concepción, embarazo, parto, puerperio y crianza— analizando sus implicaciones para la salud mental y el desarrollo de la díada madre-bebé. Y lo hace con una mirada profundamente humana, que coloca a la madre y al niño en el centro del derecho a la salud.
Las conclusiones son tan contundentes como esperanzadoras: urge una reforma de las políticas sanitarias y sociales para garantizar una atención verdaderamente integral, respetuosa y basada en la evidencia, que promueva experiencias maternas positivas y asegure el bienestar emocional de las familias.
Por su valentía intelectual y su compromiso ético, este trabajo marca un antes y un después en la investigación sobre maternidad y derechos humanos.
Por todo ello, lo reconocemos por recordarnos que proteger la maternidad y la infancia es proteger la humanidad entera.
Queridos amigos, el futuro que soñamos depende, en gran medida, de cómo tratemos hoy a las madres y a los niños.
Una sociedad que protege la maternidad es una sociedad que cree en el mañana.
Una universidad que investiga sobre la vida es una universidad que apuesta por la verdad.
Y una Fundación que acompaña a cada mujer en su maternidad está sembrando esperanza para todos.
Por eso, hoy no solo celebramos una ceremonia de premios: reafirmamos una alianza por la vida.
Una alianza entre la sociedad civil, el mundo académico y las instituciones que creen en la persona.
Una alianza entre la razón, la ciencia y la compasión.
Que este encuentro sea también una llamada a no permanecer indiferentes. A tender la mano. A escuchar. A acompañar.A recordar que ninguna mujer debe sentirse sola cuando da vida, y que ningún niño debería dejar de vivir por falta de apoyo, de recursos o de esperanza.
Permítanme terminar con unas palabras del gran genetista Jérôme Lejeune, defensor incansable de la vida:
“La calidad de una civilización se mide por el respeto que tiene a los más débiles de sus miembros.”
Que este acto, y los premios que hoy entregamos, sean un símbolo de ese respeto y de ese compromiso. Sigamos construyendo juntos una cultura donde la maternidad sea reconocida, valorada y acompañada como merece.
Y que cada mujer que escuche el nombre de REDMADRE sienta, de verdad, que nunca estará sola.

 
											 
         
								