Mientras celebrábamos el IX Encuentro REDMADRE nació una niña en Madrid.
Durante el embarazo le fue diagnosticada una parálisis cerebral (no voy a entrar en el diagnóstico médico completo), noticia que causó un gran impacto en los padres, en la familia y en todas las personas que los conocemos. Nadie está preparado para procesar información de este calado. Tras el shock inicial fueron asumiendo la realidad y tomando decisiones para que los últimos meses de embarazo transcurrieran de la mejor manera posible y tanto la madre como la hija fueran acompañadas a nivel médico, emocional y espiritual.
Transcurrido poco tiempo de conocerse el diagnóstico ?se les preguntó a los padres si querían abortar; se les informó que su caso está dentro de los supuestos de aborto hasta el último día de la gestación. La respuesta de la madre fue contundente: No, no quiero abortar. No daba crédito al tomar conciencia de que nuestra legislación permite abortar hasta el último día del embarazo por anomalías fetales ?incompatibles con la vida? (término alejado de la ciencia médica. Si hay incompatibilidad con la vida el niño morirá naturalmente y no será necesario realizar un aborto, pero mientras viva no existe incompatibilidad).
En las últimas semanas de embarazo se le prescribe una resonancia para ver la evolución cerebral y, ante la sorpresa de los padres, el facultativo que va a realizar la prueba les vuelve a preguntar si van a abortar, a lo que ellos responden negativamente. La prueba se va posponiendo porque entran otros ?casos ?más «urgentes»: h?ay que hacer resonancia a las embarazadas que van a abortar para poder ?justificar? el aborto. ¡Un tremendo escándalo! La niña nació sin que se le hubiera realizado la resonancia.
¿Cómo es posible que a la hora de realizar el acto médico se ?de prioridad en una prueba a un proceso que va a terminar con la vida de un ser humano frente a un acto médico que ayudará a cuidar la vida?
La niña, solamente ha estado dos días en incubadora, está ingresada con cuidados especiales, pero en cuna, a la espera de todas las pruebas que ayudarán a elaborar un diagnóstico. No sabemos cómo va a ser su futuro, cuanta autonomía tendrá, qué capacidades desarrollará, pero sí conocemos su presente: está «?hablando»? a sus padres, hermanos, abuelos, entorno cercano, médicos. Y nos cuenta que todo ser humano tiene derecho a ser acogido y amado sea cuales sean sus capacidades, su esperanza de vida, o la dependencia que tenga de otros seres humanos para poder vivir.