Hace un tiempo leía una entrevista a una matrona donde le preguntaban cuál es la edad más indicada para quedarse embarazada y ella contestaba que desde el punto de vista biológico la mejor edad está entre los 25 y 30 años. Es el momento de mayor fertilidad y la mujer dispone de energía para el reto que supone la maternidad. No obstante, ella misma continuaba explicando que a esta edad las mujeres en España no están preparadas socialmente (no han terminado los estudios, no tienen trabajo, no están independizadas, algunas no tienen pareja estable y no piensan en ser madres)

Daba en el clavo, esta es la cuestión, nuestra sociedad obliga a las mujeres a retrasar la maternidad con las consecuencias personales y sociales que esto conlleva: la fertilidad disminuye drásticamente a partir de los 35 años, hay mayor riesgo de enfermedades relacionadas con la gestación y mayor probabilidad de no llegar a ser madre.

Y sabiendo todo esto seguimos empujando a las jóvenes a retrasar la maternidad engañándolas con la ilusión de que la tecnología ha superado a la biología y que la edad social puede sobre la edad biológica; engañándolas transmitiendo que la maternidad es un estado que puede elegirse a conveniencia a lo largo de los años. Viejos engaños de falsas antropologías que hacen creer al hombre que está por encima de su naturaleza.

Vemos cómo aumenta el número de mujeres que tienen sus hijos superados los 40 recurriendo a técnicas de fecundación artificial, pero no tenemos conocimiento estadístico del número de mujeres que han perdido la posibilidad de ser madres por haber retrasado la maternidad (en muchos casos engañadas por los mitos anteriores y en otros por las presiones laborales, etc.) No podemos cuantificar el sufrimiento de tantas mujeres que no podrán ser madres por haber llegado tarde.

En el día a día de REDMADRE acompañamos a mujeres jóvenes menores de 30 años (son el 65% de las mujeres que atendemos) que, ante un embarazo imprevisto, encuentran serios obstáculos en su entorno por no cumplir con los requisitos que la sociedad impone a las mujeres a la hora de afrontar un embarazo.

No es una utopía trabajar para que la distancia entre la edad biológica y la edad social sea cada vez más corta, aun cuando suponga proponer importantes cambios sociales.